Si el 2020 ha sido un pimiento, este 2021 lo hemos empezado hablando de horticultura. Tengo la costumbre de ducharme oyendo los informativos de la radio, por si pasa alguna cosa estremecedora y tengo que correr hacia el ordenador para dar una exclusiva. Es lo que tenemos algunos periodistas, que nos gusta el jabón y después quitarnos la mierda de encima. Pero, claro, mientras estás con la alcachofa de la ducha en la cara no oyes al de la alcachofa de la radio, y te llega un discurso entrecortado. Lo primero que entendí el sábado 2 (el día 1 tengo bula papal para no ducharme) es que hablaban de rábanos en un linar, (hago la traducción al castellano de lo que oía por la radio en catalán: raves i lli) que como todo el mundo sabe es un campo de lino. No entendía nada cuando, de repente, me ha venido a la cabeza que mi mujer tomaba semillas de lino como si fuese un ratón, mientras yo la miraba con la misma cara que el gato Jinx. Después me ha llegado otra palabra: Vallés, que como todo el mundo sabe es una comarca catalana donde está l’Ametlla (o sea la almendra). Ya tenía la «rave» del rábano, el lino y la almendra. ¡Ya está! He pensado, están hablando de una receta en la emisora RAC1. Me secaba con la toalla convencido de que explicaban como hacer un banquete para 300 personas, cuando he oído que tenían que intervenir los mossos. ¡Caray, deben haber celebrado una boda y se han ido sin pagar, pensé. ¡Ostras! Igual se había casado la Lorena con el Albert Rivera y los invitados se habían largado haciendo un simpa en grupo. Claro, ¿Cómo actúas si eres el jefe de la policía y allá dentro hay una representación del Parlamento? Si entras al estilo Zoido, malamente, y si dejas que se vaya el rey a Arabia sin pagar la cuenta, peor. ¡Mira! Ahora oigo que investigan otra cosa multitudinaria, ¡Y es un buen pollo! ¡Qué suerte, ya estaba harto de tanta verdura.