Clara Zapater no es sólo una chica de Tarragona que perdió la vida en Duisburg por la criminal desidia de los organizadores de un concierto. Clara Zapater somos todos. Clara Zapater es tu hija, la mía, es cualquier chica de Tarragona o de cualquier ciudad del mundo que ha muerto de forma injustificada. Pero, además de su pérdida, su familia ha sufrido las consecuencias y la ignominia de ser víctimas de una burla del sistema judicial de un país europeo, moderno, del siglo XXI, que ha querido mirar hacia otro lado a la hora de condenar a los responsables. Ni se han dignado a escribir una sentencia.
Hola Josep, hola Joan, hola Maria, ¿Podéis imaginar que os llaman para deciros que vuestro hijo ha muerto? Ahora pensad que, años después, os dicen que los responsables de su muerte están tranquilamente en casa, sin haber pagado ni un euro de multa, ni haber pasado un día en la cárcel.
Citar a Clara en mis artículos tiene una finalidad: que su nombre no caiga en el olvido y, ya de paso, que todos los tarraconenses apoyemos a una familia que ha vivido dos golpes terribles: la muerte de una hija y la muerte de la justicia. Esta noche, TV3 emite un «Sense ficción» donde se hace un recorrido, emocional y periodístico, del caso de aquella mierda de concierto que nunca se tenía que haber organizado. Los que tengan una visión analítica, coincidirán conmigo: es un chanchullo entre políticos y jueces. Una prevaricación de libro. Yo ya lo he visto, llorando ante la televisión. Mirad el documental y después tirad cuanta más mierda mejor en las redes, a ver si la señora Merkel y el señor Steinmeier abren los ojos y quieren mirar hacia los responsables de la muerte de 21 jóvenes.