Como estamos en precampaña electoral, tendremos que adecuar los términos a la situación. Tú eres presidente del PSE (Partido de Solteros Empedernidos) y vas tirando con la play, los amiguetes, la Flash, el Sutton, el Bikini… Y un día te giras, y detrás de ti hay una secretaria general nueva que empieza a hacer cambios en el programa electoral. Con «toa su cara». Pronto los amigos ya no están, el Fash es aquello que utilizan los fotógrafos, el Sutton es un desguace de coches y Bikini unas islas del Océano Pacífico. Sí, señores, la secretaria general ha convertido un partido independentista en un bipartido. ¿Cómo? ¿Qué no entendéis nada? Sí, hombre, hablo de mi mujer.
Ayer, amigos, hizo 17 años que empecé a festejar con una muchachita que estudiaba en las Ramblas de Barcelona, en el barrio aquel que antes llamaban «Chino» y ahora es el Raval. Pero, ey, ¡Que la Universidad Pompeu Fabra no tenía lucecitas rojas! La esperé tanto, que alguna vez me habían dejado una moneda pensando que yo era una estatua humana. Lo que no sabía es que aquella muchachita angelical se convertiría, con el paso de los años, en una mezcla de Cristina Almeida y un sargento de puesto de la Guardia Civil. Como yo trabaja por aquel entonces en la productora El Terrat, lo hemos celebrado pegándonos un homenaje en un restaurante de Tarragona. ¿Cuál? Pues El Terrat, dónde iba a ser, con uno de aquellos menús de 60 platos donde el camarero hace más quilómetros que Iceta. Dejadme que felicite a mi pareja por aguantarme tantos años. Y vosotros diréis: ¿Este idiota hace un artículo de opinión en un periódico para decir que es su aniversario de bodas? ¡Eh, a mí no me insultéis… no estoy casado! Hice como Pedro Sánchez, que lo prometí, pero después de ver lo que le ha pasado al Mainat…