Pensaba que nadie podía mejorar aquella imagen de un pianista tocando en una plaza de Barcelona durante unos disturbios con contenedores ardiendo y furgonetas policiales desbocadas. Pero ahora, al ver esta noticia de la chica que sigue con su clase de zumba delante de las unidades militares que llegan a dar un golpe de estado, me ha parecido una lección para los políticos. No hay mejor manera de decirles que el poder político establecido empieza a importar un pimiento al ciudadano. Esta chica haciendo aeróbic a poca distancia del Parlamento birmano, o no se ha dado cuenta de la presencia de decenas de vehículos militares que van a derrocar a la presidenta… o sí que lo ha visto, pero pasa de todo. De hecho, la música que baila contiene sonido de tiros y sirenas. Quizás su marido es militar y la noche anterior, después de jugar alMahjong, le dijo: «Hey, ¿Quieres hacer un video que lo pete? Mañana a las 12 damos un golpe de estado, pon la cámara y baila...» bueno, esto mismo, pero en birmano. Imagino que el 23-F (el del Tejero) alrededor del Congreso de los Diputados debía haber decenas de terrazas llenas de gente con la cerveza en la mano mirando como pasaban vehículos militares. Y tal como somos nosotros, y ellos, si hubiesen retransmitido fútbol por la tele a aquella hora, les habría importado un pito el orden constitucional que aquel sí que quería romper. Pero, ya veis, está en la cárcel, como los políticos catalanes… ah, no, ¡calla!, que lo he visto en exhumaciones de dictadores. Pues, volviendo a Birmania, el Iceta le preguntó un día a Pedro Sánchez qué tenía que hacer para ser ministro, y ¿Sabéis qué le contestó? «Pon la cámara y baila», pero esta vez no era en birmano, ni en catalán.