Acabamos de pasar un temporal de viento que ha producido 700 llamadas a los bomberos. La semana pasada tuvimos otra alerta Ventcat. Unos días antes, aviso de Protección Civil por temperaturas bajas, después de un temporal en el mar. El día de fin de año teníamos una alerta Neucat después de pasar una alerta Ventcat. Hubo avisos el 7 de diciembre, el 28 de diciembre… He empezado a pensar que, pronto, en vez de que vengan turistas de Noruega, iremos nosotros allí para disfrutar del buen tiempo. O, también, que realmente vivimos en la Aconcagua y delante del Balcón del Mediterráneo han puesto un escenario, como el de «El show de Truman» con sol, mar tranquilo y barquitos pintados.
¿Cuántas décadas llegamos quedándonos sin luz, con muertos y grandes destrozos por la lluvia, estructuras que se lleva el viento, trenes que no funcionan o aquella inundación en Vilafortuny de cuando yo era pequeño… y allí sigue? Me pregunto, desde la ignorancia, cómo puede ser que, en países donde eso es diario, pueden vivir y todo funciona. ¡Calla! ¿No será que no se han hecho las inversiones que hacían falta para que el mundo gire? No es ningún misterio del Señor que, en Reus o Valls, cuando sopla el viento, lo hace contundente. Entonces, ¿Cómo puede ser que cuando se construye un polideportivo o se tira una línea de alta tensión no se calcule que hay un clima hijodesumadre que en las postales sale muy bonito, pero que, quizás, la playa de la postal ya ha desaparecido por un temporal? ¿Hacemos algo? Yo, si vivo en los Monegros, tendré un buen toldo, y si vivo en Irlanda, diez paraguas. Algunos dirán que estoy criticando a la Filomena, pero no, más bien a los que se afeitan la cara dura con la Filomátic, que «da un gustirriníiin».