Diari Més

Creado:

Actualizado:

Como periodista de redacción, nunca me había preocupado que cambiase el color político municipal, autonómico o estatal. Me preocupaba más quien era el presidente de mi escalera. Pasé del «váyase, señor González» al «España va bien». Después vivimos los hilillos de plastilina, los brotes verdes, y ahora un vicepresidente de un país que dice que el país donde él manda no es democrático. Siempre había visto este show como un show, no sé si me explico: interpreto el Congreso como un foro, no de debate, sino de espectáculo. Ya sabéis que los payasos del circo acostumbras a ser uno que es guapo y va vestido con un frac, y unos compañeros con zapatones y la cara embadurnada. O sea, que, Felipe era Gaby y Alfonso Guerra era el que tenía la cara pintarrajeada. Y dura… quiero decir que todavía está vivo. Aznar era Pompoff y Arenas era Thedy. Si tengo que poner frases de Rajoy, necesito cinco folios más: «cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mi el suyo». «Fin de la cita».

Como padre de un medio de comunicación, ¡Ay, amigos! Ahora ya no mimo el panorama político como un espectáculo, sino como miraba Carpanta un enorme bocadillo de jamón porque, dependiendo de los resultados, en mi cuenta corriente puede entrar una cantidad, u otra o... perdonad, ahora he recordado una frase de Aznar «cero patatero». No, no, eso no me lo ha explicado un amigo, me ha pasado a mí. Así que domingo, mirando el empate a 33 escaños, me preguntaba si en marzo viviría debajo de un puente o en Puente Genil. Me gustaría que después de las elecciones no dijesen nada, y cuando acabase el recuento saliese un tío con un porrón, una barretina y un dominó, pegase un puñetazo en la mesa y gritase: «Señores, han ganado los nuestros. ¡Adiós!»

tracking