Todos los que trabajamos haciendo creación de una forma u otra, tenemos que estar indignados por el hecho de que un artista acabe en la cárcel. Ya veis que yo he tirado mierda encima de todos: ministros, alcaldes, presidentes, jueces, políticos… y lo hago con la creencia de que no acabaré detenido o encarcelado. Hace días que un amigo me dijo que estaría bien que no fuese tan crítico en mis artículos, o en la radio, que la gente ya está harta de quejas políticas. Y, mira que lo intento, pero sólo hace falta oír un informativo de un cuarto de hora para ver que eso que dice Pablo Iglesias sobre el nivel democrático es cierto.
La verdad es que no he oído ni una canción de Hasel, ni vi a los tirititeros que fueron detenidos por una interpretación muy personal de una obra para niños. Cuando una estructura se puede permitir que aparezcan en los medios de todo el mundo de imágenes de un cantante detenido por las letras de sus canciones, y tanto le da, es que tenemos un problema. Des de las instituciones europeas ya están viendo de qué color se están volviendo las calles de este país. Pero, como si oyesen sirenas. Las condenas del TEDH, repetitivas en un mismo tema, parece que no provocan ninguna intención de cambio en el funcionamiento del engranaje. Los ciudadanos y los periodistas -no cuentan los prostituidos- estamos ya hartos de esta continua persecución de libertades y obligados, especialmente a los que opinamos, a denunciar esta censura. Hasel es Dani Mateo, soy yo, es Toni Albà e, incluso, los cantantes que en los años setenta ya lo vieron. La creación ha de ser libre. No sería de extrañar que, cualquier día, cuando hiciesen por televisión «Se ha escrito un crimen», fuesen a detener al guionista por asesinato. ¡Qué vergüenza!