Después de pasar diez días acampado en la ermita de Sant Gregori de Falset, desnudo, delante de un fuego de incienso, he llegado a la conclusión de que el problema de este país es la «interpretación». Y no hablo del método Stanislavski ni de lo que hacen los políticos en campaña. No funciona nada porque siempre hay una excusa favorable para quien interpreta.
Por ejemplo: el caso Hasel. Para unos es libertad de expresión, para otros, tocar elementos «sensibles» en las letras de canciones tiene que castigarse con penas de prisión. Estos últimos justifican que «interpretaron» el Código Penal. Y quien modificó el código para penalizar eso, también interpretó que un país se gobierna desde la censura y el miedo. Vamos más allá: ¿Quién decide qué derecho es fundamental y quien no? Pues otros que también interpretan a su manera. La autodeterminación es un tema de interpretaciones, para unos es un derecho y para otros es la intención de romper el statu quo. Cuando un policía te tira al suelo y te esposa es porque él interpreta que es proporcional. A continuación, emite un informe diciendo que ha sido necesario porque lo ha interpretado así. Después, el juez interpreta que el policía tiene razón, porque el poder legislativo interpreta que los cuerpos de seguridad son fieles al orden, como los de Linares. Al orden del puñetazo.
Señores, haré una propuesta que hará que abogados, jueces, fiscales y vendedores de esposas se pongan las manos en la cabeza. Dejad de una vez de crear reglamentos y leyes que pueden ser interpretables, porque el abuso seguirá siendo excusado en la interpretación de la norma. Por ejemplo, este artículo es genial y seguro que alguien cree que es una mierda. También es una interpretación.