Aviso a los que me critican porque siempre hablo de mí en este artículo: hoy, también hablaré de mí. ¡Hala, dejad el café y volved al trabajo!
El lunes hará tres años que me levanto cada día, tomo un té y pienso en cómo os entretendré. No es fácil. Habitualmente, cuando uno crea un «producto» ya sabe cómo tiene que ser, excepto yo y los que organizaron la Cataluña post-DUI. Próximamente debatirán en el Congreso qué tono han de tener estas líneas. Espero que durante el pleno no entre ningún guardia civil con bigote y pistola. Ya habréis descubierto que no soy precisamente un hombre que mire con tranquilidad la actualidad. A menudo soy «faltón», políticamente incorrecto y de insulto fácil. Pero, se ha convocado una manifestación en Barcelona a favor de que escriba chistes y deje de tirar mierda a la policía y los políticos. Según el CIS, hay un 51,5% de los que me leen que me animan a que sea cáustico, que critique las injusticias y defienda vehementemente los derechos. Pero hay un 48,5 de la población a quien les gusta, simplemente, leer coña marinera, chistes y que les haga reír. Cada mañana, decido si tengo que ser cómico o periodista. Hay algunos días que no sé ni quien soy. Aquellos días soy de los Comuns.
De aquí a tres días se cumplirán tres años que escribo diariamente este rincón de la contra del Diari Més, excepto un día que lo escribió mi mujer porque me olvidé. Aquel día, el artículo tuvo el doble de visitas. ¡Cabritos! Eso me hace pensar dos cosas: que lo que queréis es reír y os es igual que los escriba yo o mi tía Paqui. Así que, si queréis reír, me dedicaré a narrar inofensivas situaciones cotidianas con gracia. ¿Gràcia? Quienes son los subnormales que el sábado…