Como sabréis, he trabajado en cosas de televisión y eso me ha permitido tener una cierta relación -como guionista- con algunos personajes famosos. Pero, antes de entrar en el mundo de la farándula, ya me había cruzado con alguno de ellos. ¿Quién no recuerda aquellas verbenas de las fiestas de los años 70 en el Serrallo o en los Ploms de Reus? Allí conocí un Miguel Bosé muy diferente al de ahora. Iba vestido con una especie de mono rosa ajustado y era más delgado que el mismísimo general Prim de la plaza. A Ana Belén y Víctor Manuel los fotografié en la puerta del Ayuntamiento de Tarragona. Ana Belén estaba maravillada con una cosa que en que normalmente no nos fijamos: los árboles de la Rambla Vella. A Andrés Pajares, cuando todavía era «actor», lo conocí en un hotel de Canarias, trabajando para un diario de allí. Me hizo mucha gracia que hiciese de Pajares alabando a las turistas de la piscina.
Una noche de 1989, un compañero del diario, allí en Las Palmas de Gran Canaria, me acompañaba a tomar unas copas a un pub de la plaza Farray. Coincidimos con un par de jóvenes jugando al billar. Uno de ellos se acercó a nosotros con un porro para pedirnos fuego. Aquella cara me sonaba, pero no caí. De hecho, aquellas facciones no sabía definir qué me recordaban, pero yo no había tenido nunca amigos en Canarias. Aquellos dos chavales se hicieron amigos de mi compañero, e incluso le invitaron al día siguiente a disfrutar de la piscina del hotel donde se alojaban. Días más tarde fui al cine a ver la película «El baile del Pato». En la pantalla salían los dos jóvenes del billar: eran Antonio Resines y Quique San Francisco, que ha muerto este lunes. El recuerdo de aquel día me acompañará siempre.