Acabo de entregar el manuscrito de una novela juvenil ... o infantil ... o yo qué sé. Es una road-movie que empieza en Tarraco el 128 dC y termina en Roma. Antes de continuar: ¿alguien sabe cuándo una novela es para adultos, niños o para los que ya ligan? Seguramente será un adulto quien lo escribirá, y también quien la catalogará para unos o para los otros. Como en aquellos juegos que en la caja pone «para niños de más de 8 años». ¿Habéis visto como es un niño de esta edad hoy en día? ¿Como razonan? ¿Como manejan un ordenador? ¿Como juegan al Fortnite? Sí, señores, el problema somos nosotros y nuestras valoraciones, el mundo va a otro ritmo. Nos hemos hecho mayores.
Cuando decidí comenzar a escribir El Corredor de Tarracopensé que sería fácil. Total, había visto Ben-hur y Gladiator. Pero pronto me di cuenta de que me había metido en un lío. Un día, el escritor Jordi Tiñena (un recuerdo para el maestro) me dijo que cuando escribes una novela histórica siempre sale alguien diciendo que te has equivocado. A mí me saldrá un ejército de expertos en Roma, porque otra cosa no, pero, en Tarragona, gente que sepa la marca de sombra de ojos del emperador Augusto, hay cinco barrios. Un adolescente, perdón, un púber de Tarraco ¿hablaba de usted o de tú al pater familias? ¿Tenía paga? Perdón, peculio. ¿Conocían la cueva de la calle Gasómetro? Perdón, del Decumanus Maximus. ¿Podían correr cuadrigas en el Circo de la plaza de la Font? No, sólo bigas. ¿Es correcto decir a 300 metros o has de hablar en codos? ¿Existían las horas ?: «Quedamos a las cuatro». Lo más difícil de entender es que en el mundo romano una «cosa» es cualquier «cosa», incluso un trabajador de la Hispania actual, o sea, un esclavo.