Estudio Derecho como podría hacer un curso para cultivar champiñones en el cuarto de contadores de mi casa. ¿Por qué? Porque después de una clase de Derecho Penal sobre el respeto absoluto que se debe tener por el domicilio, en todas sus versiones (incluso una habitación de hotel) veo por la tele que han reventado una puerta porque se oía música dentro. Y, después, la misma cantinela: es que los policías no saben cómo actuar, es que nos dejan solos, es que son delincuentes y se debe actuar de forma contundente ... ¡Pues, no! El domicilio personal es inviolable si no se accede para salvar a una persona o comprobar que dentro hay una plantación de hierbas aromáticas.
Y, como está pasando últimamente con todas las normas, reglamentos y leyes, cada uno las interpreta como le pasa por los huevos. Claro, siempre es al ciudadano al que le revientan la puerta o la cara. ¿No hay un organismo superior que pueda remediar las barrabasadas? No me sirven el Supremo, ni la Audiencia Nacional, ni juzgado donde deciden los de siempre, lo de siempre. Ni la Policía tiene carta blanca, ni los jueces la tienen, para eso hay un librito donde están las normas que hay que seguir. Los magistrados y fiscales de verdad, y conozco unos cuantos, respetan al ciudadano. Un detenido tras una entrada ilegal en un domicilio que pide un Habeas Corpus ... ¡y se lo deniegan! Y sí, los que hacen una fiesta ilegal están actuando mal, pero eso no es una excusa para saltarse la norma. Estamos en una democracia bonita, como para pintarla en un cuadro y colgarla en el Prado. ¿Dónde están los Colegios de Abogados o las asociaciones de jueces para detener esta dinámica? Cogería los manuales de Derecho Penal y haría un Farenheit 451. Mira, muy adecuado al tema de lo que hablamos.