Poned música de Jobim que hoy traigo rollo biográfico. ¿Como? ¿Que soy un pesado hablando de mí? Pues lee La Razón, mucho más interesante, ¡donde va a parar! El año 1989 marché de Tarragona porque se me había quedado pequeña. Yo quería correr mundo, miles de millones de millas náuticas y terrestres me esperaban para ser descubiertas, como cuando Magallanes tomó la primera biodramina. Así que metí el coche en un barco y me fui a Canarias. Allá cambié una redacción donde se hablaba en catalán por otra donde se hablaba castellano. Aparte de esto, todo igual. Al cabo de poco tiempo, empecé a tener una sensación extraña, como de ahogo. Había comprado en la Autolica del Francolí un Ford superdeportivo de mil cilindros y ruedas de Fórmula 1 con el que los domingos por la mañana hacía 30 kilómetros, de norte a sur de la isla... Y ya se había acabado aquel mundo de miles de millones de millas náuticas y terrestres que me tenía que comer. Quien sí que debía de comer bien era el propietario de las gasolineras canarias con mi deportivo. Y vosotros diréis: ¿Por qué extraña razón el Moisés nos mete un rollo de cuando era un periodista adolescente? Pues porque hoy he tenido la misma sensación de ahogo que cuando hacía seis meses que estaba a Gran Canaria. Efectivamente, es el confinamiento comarcal. No sé si os pasa, pero, aunque solo salgas de casa para comprar a la panadería, sabes que podrías empezar a correr y llegar a Laponia. Pero, claro, a menos que tu comarca se llame Baja Laponia, ahora te tienes que joder. Nada más, solo quería deciros esto. Pero, no sufráis, en la tele está el canal Viajar, allí podéis ver comarcas de todo el mundo, a pesar de estar «confitados»... y jodidos.