Cada vez me dicen más que deje de hablar de política en este rinconcito de letras, pero, hijos míos, es poner la tele y ver cosas que no merecen un artículo de opinión, sino un largometraje. ¿El título de la peli? Hombre, hoy en día no hay duda: «Raza II». Yo les haría descuento al Alain Afflelou a unos cuantos que hablan de democracia ejemplar en un país donde se envían balas por correo a mandatarios de izquierda y de derecha disfrazados de izquierda. A los jueces que permiten que un cartel con una pensionista y un tipo continúe colgado porque no hace daño a nadie. A la gente que considera normal rodear la casa de un vicepresidente del Gobierno con la excusa de ... nada. A un gobierno donde un ministro destituye a un cargo y luego se restituye él mismo por sus santos cojones. ¿Qué pasa en este país? Bueno, aquel y este, porque veo al Samper, el Calzedonia (porque siempre está en el interior), hablando del sacrosanto «restablecer el orden» y dice que en Gran Bretaña hay muertos cuando se desbocan los caballos de la policía y que los camiones que lanzan agua a presión también pueden matar a gente. ¿Se le ha ocurrido, señor Samper, mirar hacia países donde se hacen manifestaciones y nadie sale con un ojo menos ni apaleado? Yo diría que debe de haber más de cien. ¡Ponga este ejemplo, hombre!
Restablecer el orden es complicado incluso en tu casa si tienes cuatro hijos adolescentes, pero, si se cumplen los protocolos, nadie dirá nada. Y ya sabemos cuáles son: donde se puede pegar con las porras, que el carrusel es una atracción de feria y que, si tienes un descerebrado en la BRIMO o en los ARRO, la envíes a casa. ¡No es tan difícil! En fin, veis, hoy no he hablado de política sino de ultraderecha, ciegos y policías.