Los hechos no son para reír, pero yo, lo siento, cobro por hacer chistes. Los envíos de sobres con regalos siniestros de los últimos días hacen que cambiamos un poco el guion de la conversación de bar repetitiva de los últimos años. Nos pasamos la vida hablando de la Covid, la independencia, los MENAS, el rímel del Bosé ... Pero ahora tenemos de nuevo dos bandos: los que piensan que esto de los sobres es un montaje, como las columnas que aparecen abandonadas por todo el mundo, y los que piensan que tenemos que ir con cuidado, que en catalán se dice «cura». Con «cura» deberíamos ir si no llevamos la mascarilla y nos confiamos ahora que tenemos puesta un 52 por ciento de la vacuna del AstraZeneca, o sea, la de Hacendado. Que si te duele la cabeza dos días después corres al notario a hacer testamento. A mí, el único efecto que me ha producido es que todavía pienso más chorradas.
Creo que cogeré unas torrijas hechas con rabos de pasas y las meteré en un sobre dirigido al guapo que manda el Congreso. Dicen que mejoran la memoria: la histórica y la de aquella mesa de negociación que, claro, como que han cerrados los restaurantes no tenían reserva. Mi amenaza será más sutil, pondré una notita que diga: «los catalanes hacemos cosas». Yo creo que ya, con ello, nos permitirán hacer un referéndum. Tengo una idea cojonuda: mirad, podemos hacer votar la gente en los restaurantes en vez de los colegios. Habría una mesa de negociación con un socialista y un indepe en cada restaurante, y en cada mesa pondríamos una urna. La gente iría votando mientras ellos comen y hablan de sus cosas. Por cierto, volviendo a las columnas metálicas, he contado que ya son cinco. Hostia! Es la «Quinta columna», que vuelve.