Josep Pla clasificaba la gente con la que coincides por la calle en amigos, conocidos y saludados. Siempre me ha hecho mucha gracia el fenómeno de los pueblos donde Lluís y Josep levantan la mano por la calle (ahora es moda) y uno de ellos grita: «Eh, Luis, ¿cómo va?», «Bueno, aquí ¡vamos tirando!», y esto se repite unos doscientos días al año, hasta que uno de ellos pasa a tener vecindad civil en el barrio de arriba. Esta circunstancia no se produce en las ciudades, excepto cuando vas a comer con Paco Zapater. Entonces cada tres calles (y en la mesa de al lado en el restaurante) hay un ejército de «luises» que dicen aquello de «Paco, ¿cómo va?».
Este fenómeno del saludado yo no lo sufría ... hasta que empecé a escribir esto que estás leyendo. Cuando llega Sant Jordi, le digo a la mujer que si vamos a pasear por la Rambla y me contesta «no, chato, no, yo quiero pasear, no detenerme cada veinte metros a oír como hablas con amigos, conocidos y saludados». Listado al que yo, con permiso de Josep Pla, añado «lectores». Creo que me tendría que llamar Juan Valdés, porque cada día tomo el café con miles de legañosos que dan la vuelta al Diario Más como si estuvieran jugando al tute.
A medida que escribo, recuerdo que Isabel Díaz Ayuso dijo aquello de que en una ciudad como Madrid no coincidías nunca con una/un ex. Pero no dijo nada de lectores, consejeros, abogados u opinadores. Sí, con Josep Maria Arias coincidí en la URV, con el doctor Allué en un pasillo, y con Buqueras el martes ante la catedral. No, no íbamos a casarnos. En estos casos coinciden las tres circunstancias, son amigos que conozco y que saludo. Ah, Ayuso, no sufras, no hay ninguno que sea mi ex.