Ayer estaba disfrutando de la vida en la terraza de un bar y me vinieron a la mente la Díaz Ayuso y el Ken Loach. No, no es que festejen, es porque ambos han puesto el mismo título en sus películas: «Tierra y Libertad». En Madrid, la tierra es el albero, esa especie de polvo blanco de la arena de las plazas de toros, y que también la podemos encontrar en alguna grada. Si esto es la tierra, la libertad es una Mahou. Escribiré al Ministerio de Cultura para pedir que cambien el título en la peli del Ken Loach y le pongan «Toros y Cerveza». ¡Lo petaría!
Después pensé que no, que Isa no querría el guion del Loach porque narra la vida de un comunista. A ella la Covid no parece preocuparle demasiado, pero tiene mucho miedo que se le contagie el izquierdismo de los rojos apestosos. Os tengo que decir algo, Madrid es un lugar cojonudo, bonito y con unos profesionales de la hostelería que ya los querrían en más de un restaurante de la Costa da Morte. ¿Se ha fijado que los camareros de la capital disfrutan de su profesión? No como aquí, que están todo el día quejándose de que deben servir copas porque no hay otra cosa. ¿He dicho servir copas? No, no me refería a la del fútbol del preparao, más bien los gin-tonics del Congreso. Y es que los catalanes somos malos, somos el demonio con barretina. En mi caso, que soy andaluz, con guitarra flamenca y «birratina». Deberíamos encontrar el punto medio entre la Villa y Corte y la Ciudad Condal. Así, en La Muela, en Zaragoza, se debería detener el AVE y que subieran un obispo y cuatro sacerdotes bajo palio con grandes crucifijos para hacer exorcismo a indepes que van a ver el «Museo del Pardo». ¡Uy, me he confundido con las letras, que «tonto»!