A diferencia de vosotros, yo considero el deporte la peor costumbre de la civilización. Si nos dan un cuerpo, cuidemos de él hombre, no lo desgastemos haciendo senderismo o halterofilia. Para eso están los coches, las motos y los montacargas. El máximo deporte que hago es ir a un banco de la Rambla, donde hoy he coincidido con un hombre de unos noventa años. Le he saludado y he visto que tenía un libro en las manos. «¿Qué lee?», pregunté tímido. «Es el libro del futuro, lo escribí en 2324 y he vuelto al pasado». He visto que en el brazo tenía una especie de chip y le he preguntado qué era: «Es un repelente anti-pandémico. En el futuro hay tantas pandemias que ya no nos ponen vacunas, actualizan el software de este bicho». «Y, oiga, ¿por qué no me dice cómo será el futuro de Tarragona? Es que tengo una hipoteca». Entonces, cerró los ojos y empezó a hablar: «El Serrallo desaparecerá bajo las aguas, también Altafulla y Salou. Reus y Tarragona se unirán y el ayuntamiento estará en San Pedro y San Pablo. La URV de la avenida Cataluña será la lonja de pescadores. El cáncer se podrá curar como un resfriado en el Junqueres Memorial Hospital XXIII. Cataluña será independiente el 2090 gracias a la intermediación de Leo Iglesias, el hijo del Coletas. El genoma permite saber cuántos años vivirá cada ser humano y su muerte se prepara un año antes. Las mujeres ya no tienen los hijos pariendo, sino por clonación instantánea que se hace en La Savinosa los Pallaresos. Toda Europa estará en manos de los chinos y en Tarreus habrá bazares catalanes con artículos a precios ridículos».
El abuelo ha cerrado el libro y le he preguntado de qué partido era el alcalde del 2324. Entonces he visto como le explotaba la cabeza.