Tranquilos que no hablaré del brazo de Santa Tecla, el título va más para el acuerdo de Junts pels Republicans. Porque, ahora que me fijo, en vez de un gran abrazo, sólo se han chocado el bracito. ¡Son cosas de la pandemia, claro! Como periodista-humorista, el tema de la santa hubiera dado no sólo para hacer un artículo entero, sino un monólogo de una hora en el Campo de Marte. Pero, como tengo amigos en la Iglesia y me sabe mal que se enfaden por mi irreverencia, lo diré bajito: como que me he criado en Reus, soy más de San Pedro. No os pongáis las manos en la cabeza, pelacañas, que un Tertuliano que nació en el año 155 -¡qué casualidad! -, escribió un evangelio apócrifo diciendo que Santa Tecla y San Pablo eran amigos. Y todo el mundo sabe que San Pedro y San Pablo eran colegas y salían de copas (perdón, de Chartreusse) los tres.
Estoy decepcionado con el acuerdo, yo hubiera querido votar de nuevo. Tan bonito que es eso de ir a un pabellón de mesas con numeritos, ponerte gel alcohólico en las manos y soplar cuando ves cómo quedaste en la foto del DNI. Luego, con la papeleta en la mano, mirar a derecha e izquierda como una gacela bebiendo agua en la Sabana, no sea que vengan los leones. No, no me refiero a los apoderados los partidos. Ya al día siguiente, la situación vuelve igualmente a la Sabana, porque los leones se matan por mandar en La Selva ... y también en el Baix Camp, el Tarragonès y el Alt Empordà. El Baix Llobregat no les interesa mucho, allí son más de votar a tigres que leones. ¡Osti tu!, ya parezco Samaniego escribiendo fábulas. Bueno, gloria para los que están contentos por los 700 años de la llegada del brazo de la patrona y también para los que están contentos de que ERC y JxCAT vayan de la mano.