Hello my friends! Qué, «niquelao», ¿no? Es lo único que sé decir en inglés, además de where you come from, para ligar en Playa de Aro (¡siempre hablo de Salou, coñe, seamos más internacionales!) Música de Camilo Sesto. Compré unos fascículos de inglés creo que era el año que mataron Carrero Blanco. Y al tercer número, vi el quiosco colgado un «Lib» y cambié rápidamente de gustos. Allí había una profesora ... ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Susana Estrada, que enseñaba muy bien. Más tarde, hacia el año que murió el dictador, empecé a estudiar inglés en el Instituto Baix Camp. También lo dejé. Hace tres años que he vuelto a estudiarlo, cuando la salud ya no me permite llegar a pie a la academia. Pero tengo un flamante titulito que dice que soy una autovía, concretamente, la A2. Lo certifican unos señores de un instituto de Cambrils. Espere, que miro cómo se llaman ... ah, no, Cambridge, perdonad. Pues tengo una nota de 124, que en mis tiempos era un modelo de Seat. Pausa para ir al lavabo.
A la mujer le han fichado en Irlanda. Un buen cargo, aunque seguramente Elsa Artadi lo rechazaría. Y entonces ha venido mi indignación. «¿Cariño, qué título te han pedido? ¿El B2? ¿El First? ¿El advanced?». Me ha mirado extrañada y me ha dicho: «Ninguno». ¿Cómo? ¿Que yo hace cuarenta años que intento pasar del Good morning y resulta que no hace falta ningún título para trabajar en el extranjero? Me he tomado un valium mientras me lo contaba. «A ver. ¿Si tú vas a trabajar en el bar Manolo, te pedirán un título de español? Pues si te presentas a un trabajo en Irlanda, se da por hecho que hablas inglés.» O siempre puedes decir que es «muy dificult todo eso». Lo dijo el Rajoy y todo el mundo quedó muy happy.