Tengo un amigo que me dice ¿«No te cansas de intentar encontrar una sillita?». Pues no, ¿qué pasa? Lo hace todo el mundo: políticos, directivos de grandes empresas y ludópatas del LinkedIn. Ya sabéis que yo antes era socialista y cuando volví a Tarragona estaba el Ballesteros y la Floria, y pensé que me llamarían para nombrarme alcalde. Pero no, lo máximo que he hecho es comer con Pep Fèlix un día, y creo que desde que la figura del bufón desapareció de la corte -mirad el miquelet- que no se plantean llamarme. ¡Ah no, calla! Sí que me llamaron, era de recaudación ejecutiva, para «vacunarme» del IBI.
Al ver que la política municipal podía funcionar sin mí, fui a ofrecerme como profesor asociado de la URV. La persona que me atendió me miró de arriba abajo y, por telepatía, mi cerebro recibió un mensaje: «Pero ¿tú tienes estudios, piltrafilla?». Así que recordé la Cospedal y pedí que, como aquel «finiquito», me dieran una plaza «en diferido». Quiere decir que yo ahora estudio para graduarme, pero ya haciendo de profe como si tuviera el título. No habéis entendido nada, ¿verdad? Yo tampoco entendí la María Dolores, pero, oye, que su jefe, el Rajoy, es profesor asociado de la asignatura de trabalenguas.
Entonces me hice independentista y como era de ERC pensé que Pau me llamaría para hacer de consejero de cualquier cosa, pero como no tengo título ni tienen confianza en mí, nada, sin sillita. Hace meses que me dejo el pelo largo, he ido a la peluquería para que me tiñan de rubia, me he puesto una falda y llevo unas gafas redondas. Aragonés, hombre, ¡que la Artadi y yo somos gemelas!