En 1987 le vendí la moto al director de la oficina de La Caixa del barrio Fortuny de Reus para que me diera un crédito para hacer unas vacaciones en Estados Unidos. No existía Ryanair y los aviones no costaban veinte euros como ahora. En Estados Unidos sentí una promo por televisión que anunciaba una película mexicana. Decía así: «Libertad Lamarque y Pedro Armendáriz, en la película La Mujer que no Tuvo infancia, con las suaves melodías del grillo Cri-Cri». Al volver de América estuve días sin poder quitarme de la cabeza aquel anuncio gringo. Ahora me ha vuelto a la cabeza aquella musiquita con lo del indulto que muy generosa y magnánimamente ha concedido nuestro gobierno después de que en Europa la hayan amenazado con publicar una selfie con Erdogan si no era generoso y magnánimo. Creo que ha vuelto porque las palabras libertad y Pedro se han vuelto a unir. ¡Loor al emperador! ¡A sus reales decretos y sus monólogos en el Liceo! Por cierto, ¿Cuánto debió costar la entrada al «Club de la Comedia»?
¿Os gusta la paella? ¿Sí? ¿Y si echamos chocolate? ¡Ah, ya no! Ah, entonces no te gusta la paella. Esto es lo que pasa estos días cuando hablas de los indultos. Le dices a alguien que no te gusta el chocolate en la paella y lo generaliza diciendo que no te gusta la paella. Entendámonos: estoy contento de la libertad de los presos políticos, pero no de aquel condicionamiento que habla de no cometer un delito grave en seis años. ¿Quien se encargará de valorar si han cometido un delito? ¿Los de siempre? ¿Nos hemos entendido ahora? Ministro, podía haber dejado el chocolate para el postre y no fastidiar una verbena de paella. Felicito a Juan Carlos Campo por su onomástica. Juan Carlos ... ¿de qué me suena eso?