¿Recordáis la mili? Sí, hombre, aquella maravillosa experiencia en la que te formaban en el rico arte de la explotación gratuita. ¡Ohhh, que bonito! En enero de 1980 llegué al cuartel de Tarragona con mi nuevo pelo cortado con la Thermomix al uno. A medida que pasaban los meses me iba cansando de mi libertad limitada y de tener que levantar el brazo cruzando el cuartel diciendo diciendo continuamente «a las órdenes de usía mi Coronel Tapioca». Recuerdo que, me escaqueaba yendo al váter a fumar un cigarrillo y decía: «no volveré aquí ni que me paguen mil millones». 2020, suspendí un examen de Derecho Penal en la URV, sorprendentemente, porque yo inventé la alevosía. Entré al baño cabreado. Ya no había aquellas ventanas de madera, pero, amigos, era el mismo lugar donde me decía que no volvería a entrar. Fin de la primera parte. Os podéis quitar el casco que ya no hablaré de la mili.
Cuando Recasens dejaba el bastón en manos de Nadal, allá por 1989, llegué a Las Palmas. El director del Canarias 7, que a pesar de tener nombre de club era un diario, me ofreció la posibilidad de vivir en un hotel pagando él. Elegí uno que se llamaba Los Bardinos. Allí, cada noche pensaba qué cojones hacía yo en la otra punta del mundo y decidí volver a Tarragona. Aunque me habían tratado bien, dije que no volvería. Pero, amigos, tu mujer no tiene por qué pagar tus frustraciones. He buscado un hotel bien de precio para las vacaciones y he encontrado un AC. Curiosamente, es el mismo hotel, y he pedido la misma habitación. Allí, en el inodoro, fumaré un cigarrillo treinta años después de decir que no volvería. ¡Shhhh! Me han dicho que el Pedro Sánchez ha entrado en el baño de La Moncloa con un cigarrillo...