Diari Més

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Me ha llamado un amigo para decirme que en Tarragona han destinado una playa para perros. ¡Osti tú! Ya era hora que los «flojos» (como se dice en Andalucía) tuviéramos nuestro espacio. Tú, si eres una persona normal, no puedes compartir playa con gente que tiene la manía de hacer ejercicio, jugar a palas, hacer castillos de arena o llevarse siete barras de pan para hacer bocatas para la familia. ¡Con aquellos gritos de los niños jugando! ¡Cómo echo de menos a Herodes en L'Arrabassada! Un perro, como yo, necesita tranquilidad, ¿no oír nada más que al camarero del chiringuito preguntando aquello tan bonito de «la jarra de dos litros de cerveza para quién es?». ¡Mira, los pelos como escarpias! Un consejo: no llevad móvil a la playa, porque os iréis a bañar y como os despistéis, vendrá una familia de Alcorisa o Socuéllamos, Guadalajara, y los animales, jugando, te enterrarán el iPhone antes de que lo hagan con la vía del tren. Y claro, alquilar una excavadora vale una pasta. Entonces te convertirás en Miguel Hernández, recitando de rodillas la Elegía: «Quiero escarbar la tierra con los dientes (...) quiero minar la tierra hasta encontrarte».

Tengo varias dudas: ¿Cuando un perro entra al agua y se caga, si no sabes nadar tienes que llamar los vigilantes de la playa para que vayan a recoger la caca? ¿La bolsa la ponen ellos o tú? También quisiera saber si la santa y gloriosa administración local, federalista de feria o nasionà catalogarán el espacio como playa nudista o textil, que -entre nosotros- es una denominación algo irreal porque yo tengo bañadores que llevan una rejilla de plástico para controlar la merienda y un elástico de goma, así que deberían decir de personas sin ropa o gente que compra en la Industria de la Goma. ¡Ya estamos! ¡Malpensados!

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