Ahora que empezaré a explicar crímenes en la tele TAC12, de vez en cuando entraremos a tocar temas viejos y peligrosos, como Corinna. Ya sé que algunos lectores piensan que estos artículos ya son «criminales» por naturaleza. ¡Pues no los leáis!
¡Venga, al grano! Me puse Vicks VapoRub en la nariz y una bata que había comprado cerca de la Ciudad de la Justicia. ¡Mira! Allí no llevábamos mascarilla, y es donde más la necesitábamos. Bueno, mascarilla y unas gotitas de Chanel Nº 5, concretamente tres litros. La puerta se abrió y el forense que nos daba la clase de criminalística dijo ante aquel joven inmóvil: «aquí estamos para trabajar, no para tener sentimientos». Yo os digo lo mismo: aquí estoy para escribir humor de temas que quizás no tienen ninguna gracia para vosotros, pero por eso cobro. La broma es como el Derecho, cada uno la interpreta como le da la gana, así que si os molesta, os hacéis unas friegas con alcohol de romero.
Buscaba yo un tema de investigación para el primer programa de la tele que fuera referencia del mundo detectivesco. Encontré uno de Birmingham, en Estados Unidos. Un vehículo circulaba por una autopista y, del maletero, salía una mano. Efectivamente, Sherlocks, había alguien dentro. Pero tardaron mucho en detenerlo porque no existían los móviles y los conductores observadores debían detenerse en una cabina para llamar a la policía. Hacía catorce horas que estaba allí, encerrado y apaleado, pero vivo. La sorpresa me ha llegado cuando he leído que la Guardia Urbana de Tarragona ha descubierto una mano humana en el coche de unos quinquis (¡Enhorabuena!). He hecho una investigación profunda -ya me conocéis- y estaríamos ante el otro brazo incorrupto de Santa Tecla. ¿Qué hacemos ahora? ¿Dos fiestas mayores?