He visto un vídeo viral donde aparece Fernando Sánchez Dragó diciendo animaladas. No, no quiero insultar a este hombre culto y muy culto que ha cumplido 84 años el 2 de octubre, sino que ha dicho que le interesa más su gato que el «señor Sánchez». Entiendo que se debe referir al presidente del Gobierno, aunque diría que hay otro Sánchez que también le importa lo mismo que su hámster. Ahora me paro un momento porque, entre las tonterías que le oigo decir, que tienen una dimensión miguelboseniana, oigo alguna cosa que me gusta. Hace dos años soltó en una entrevista en la Sexta - ¿Estáis sentados?-: «Yo creo que Cataluña va a terminar separándose de España, creo que antes o después lo conseguirán». Lo curioso es que esa misma frase tiene dos significados, como las euroórdenes (una jurídica y otra política), y si él lo dice en plan negativo «esto acabará mal», yo creo que muchos de los que me estáis leyendo ya os habéis frotado las manos y habéis salido a comprar cava Imperial Gramona. Yo, en cambio, creo que tendremos el referéndum de Schrödinger, que estará vivo y muerto a la vez. Y creo que ahora nos falta un Consejo de la República de Schrödinger para entender bien todo lo que pasó y está pasando.
El título del mandamiento de hoy también tiene algo que ver con el personaje en cuestión. Ha basado parte de su discurso antisanchista en que él ha leído 30.000 libros y el presidente ni uno. He entrado en shock porque he pensado en cuántos libros he leído yo. Avergonzado, digo que he escrito más libros de los que he leído. Lo digo por los que piensan que soy un intelectual. Respecto de los libros, el otro día instalamos una estantería nueva y estoy recolocando los volúmenes que había por casa. He quedado sorprendido de la cantidad de pasta que me he gastado en libros de Derecho que no he leído, como el Llarena.