Las administraciones, todas, tienen una virtud y un defecto. La virtud es la eficiencia y eficacia a la hora de hacer que tu cuenta bancaria cambie de color -del negro al rojo- a base de impuestos y multas. Por cierto, aprovecho para decir que desde ayer a las arcas municipales hay 100 eurillos mis de una multa por aparcar la moto en un lugar de «Podemos», ante la URV. He hablado con el médico digestólogo para preguntarle si metiéndome la moto en el culo también me multarían. Así estamos los propietarios de moto de Tarragona. Pues el defecto de la administración no es que vaya lenta, es que no hace nada o, cuando lo hace, a tu alrededor hay muchos matorrales y una cruz. Pero yo, a pesar de que no me han querido a ningún partido político, he tenido una idea muy, muy buena. El tema sería dejar que los políticos jugaran a hacer plenos y a decirse ratas unos a otros y ponernos nosotros, los ciudadanos, a hacer cosas para nosotros, los ciudadanos. Es una redundancia consciente la que acabo de escribir (es para calmar a los filólogos).
Deberíamos pedir al ayuntamiento que dejara las llaves de algunos lugares puntuales de la ciudad a representantes vecinales. Y allí acudiríamos los que quisiéramos colaborar haciendo cosas. Así, por ejemplo, mi vecino es pintor y tengo amigos paletas que, con la pandemia, no pueden trabajar. Irían a Tabacalera y unos comenzarían a reparar desperfectos, otros a limpiar y entre unos y otros acabaríamos por ordenarlo todo. En La Savinosa, mientras deciden si hacen un plató de televisión, un lugar refrigerado para lechugas, o una hamburguesería, de momento, podríamos convertir aquellos pabellones en un lugar donde los abuelos pudieran reunirse para jugar al dominó o hacer ejercicio. ¡Ah! Tal y como va la cosa de la independencia, creo que el edificio del Banco de España se transformará en el Banco de España. ¿Se ha entendido?