Tribuna
Por una transición energética, honesta e inclusiva
President de Mare Terra Fundació Mediterània
Quienes llevamos años dedicados comprometidos con el medio ambiente, tenemos ya experiencia y conocimiento suficiente para comprender y analizar situaciones complicadas. En el contexto actual, la lucha climática se está haciendo más fuerte gracias a la concienciación de la población. Y es por la fuerza de la gente que el medio ambiente está cada día más presente en la agenda política.
Es una buena noticia, pero, una vez más, llega tarde. En este caso me refiero a la transición energética hacia las energías limpias y renovables. Es evidente que llevamos un gran retraso en términos de energías renovables, no por falta de voluntad de la población, sino por los impedimentos que han interpuesto durante años las máximas autoridades, imposibilitando así el autoconsumo.
¿Y cuál es el resultado? Un planeta que ya se ahoga, y una factura de la luz que solo las élites y los burguesesla gente de a pie no se pueden permitir. Y eso que la electricidad es esencial para el derecho a una vida digna, reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En pleno siglo XXI todos deberíamos tener acceso a la electricidad. Todos estamos de acuerdo en que hay que proteger a las personas más vulnerables. Es inadmisible que cualquier persona se quede sin electricidad en su casa. No lo podemos tolerar. Aun así, hay que comprender que el origen del problema es sistemático y, por lo tanto, no se arregla con parches. El Gobierno del Estado pretende pegar este gran parche, que no soluciona nada y, de hecho, perjudica a los que no contaminan, a la vez que sigue favoreciendo a los de siempre.
No podemos tapar los agujeros con pequeñas chapuzas, que luego caen por su propio peso. No es válido que, por la emergencia, actual paguen las consecuencias quienes lo han estado haciendo bien. Debemos tener las cosas claras, siguiendo las directrices y las políticas de la Unión Europea, que apuestan firmemente por las energías limpias y renovables, a la vez que trabajan por la descarbonización.
Que España pretenda instaurar un decreto que choca de frente con estas directrices me deja desconcertado o más bien preocupado. Y es por eso que hemos contactado, mediante varias cartas, a eurodiputados para que pongan el foco en esta cuestión en sus respectivas comisiones parlamentarias.
Para dejar las cosas bien claras, el principal problema sigue siendo la extrema dependencia energética de España. Según datos del 2020, España compró el 74% de la energía que consumió. Es hasta casi irónico que el «país del sol y del viento» en Europa, no genere energía de estos magníficos recursos naturales. Si seguimos dependiendo de las energías fósiles y comprando gas, seguiremos en manos ajenas. La única solución es apostar firmemente por las energías limpias y renovables, sin impuestos, ni trabas, ni excusas. Ante estas emergencias, la climática y la económica, sostenibilidad y autoconsumo.