Hay un ejército de personas que dicen que no les hacen puñetera gracia las canciones del Valtónic. Hay una multitud que dice que no les hacen gracia las letras del Valtónic. Yo soy de los que piensan que la Monarquía es como un crio, que hay que dejar que juegue todo el día a reyes y castillos hasta que acabe rendido. La monarquía será recordada como aquellos seriales radiofónicos estilo «Simplemente María Corinna», las lámparas de carburo o el «Avon llama a tu puerta». Aunque para ti no es un cantante, y hable de una forma que no entiendes, merecía una fiesta. Así que el domingo volví borracho a casa porque todos los cantantes progresistas, de izquierdas -¡Uy, muy de izquierdas- y que están a favor de la libertad de expresión, hicieron una fiesta en su honor. Fue dentro del edificio del Banco de España de la Rambla. Escogieron este escenario porque era adecuado para una celebración así, no sólo por el simbolismo del rótulo que hay en la puerta, sino porque, al ser Halloween, techos caídos, goteras y cristales rotos eran el entorno adecuado.
Los ilustrísimos colegios de abogados, como el de Barcelona y el de Madrid, también tuvieron representación, porque vino el Gonzalo Boye -el abogado del rapero- y quisieron agradecerle toda la gestión que está haciendo en Europa para esclarecer el tema de los de negro, que visten como si Halloween estuviera regulado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Un grupito de personas muy luchadoras, mucho, se reunió a las puertas del Banco de España tarraconense con pancartas y gritos de «No a la guerra». Yo, que ya había tomado 155 Chartreuse amarillos salí a avisarles de que eso fue hace años, cuando Aznar e Irak. El que llevaba la voz cantante, que no era un rapero, sino un actor de Hollywood, se fue liderando la marcha y gritando: «¡Fuera Trump! ¡Fuera Trump!».