Alguien debió de decir cuatro frases ante una botella de güisqui y ahí se han quedado. Que cotices medio siglo y te quedes con una pensión de 780 euros, se ha aceptado como normalidad. Primera frase: «Oh, si ha cotizado poco, ¿qué quieres?». Otra que también está muy de moda: «Hombre, si no tiene cita previa...». Estos insultos administrativos existen también en temas relacionados con la presentación de alegaciones si no estás conforme. Ya sabéis dónde van, ¿no? Aunque no es un tren acaba circulando por la vía contencioso-administrativa. Sí, al abogado le pagas tú. Quienes ponen su culo en una de esas sillas administrativas son muy serios en el despacho, pero en momentos de «aguántame el cubata» reconocen que el ciudadano tiene sus derechos pisados por el sistema y aquí «Paz Padilla y después Gloria Serra» . Ahora les diré cómo funciona la cosa en Cataluña. En todos los organismos que pertenecen a la Generalitat hay una tocacojones que, habitualmente, depende de Madrid y lo que hace es intentar deshacer todo lo que se propone, especialmente si es un órgano independentista como nuestro ayuntamiento. Así de sencillo. Y cogiendo esta inmunidad diplomática, si según la ley, la máxima autoridad la tienen el pleno municipal, la junta de gobierno y el alcalde, en realidad es este tipo, la persona infiltrada que no mira TV3, quien manda. Y si tú quieres una subvención, quien paga es él, pero a quien criticas es de aquí. Les sale redondo. Pero nosotros, pobres ciudadanos imbéciles, lo que hacemos es continuamente atacar a los que poco pueden hacer. Señores: la llave de la pasta la tiene alguien que tiene apellido compuesto y ha estudiado en la Complutense. ¿Me he explicado? Termino con otro concepto también indigno: el silencio administrativo, que es, básicamente, «como tengo la razón yo, ni te contesto». Bravo! Murillo.