Llega Navidad y no sabes qué regalar. Miras el calendario y cuentas los días más asustado que un político que no ha cumplido su promesa electoral frente a los próximos comicios. Sí, sí, era un comentario envenenado. Ves a buenos padres de familia andar por los centros comerciales como si fueran zombis, pensando qué le puede gustar a la madre que los parió o a la hermana Lucia. Yo, de momento, estoy aligerado de una pesada carga, porque ya tengo el regalo de la suegra: una estola de plástico reciclado bordado por artesanas del Ordo Fratrum discaceatorum Beatissimae Virginis Mariae de Monte Carmelo. Lo he puesto en latín porque es más solemne y, como hay más letras, lleno más rápido el artículo. Sí, ya lo sé, al estola es un pongo de narices, pero ¿Qué le vas a regalar a la suegra, un Ford Mustang?
Yo, incluso le envío un regalo al presidente del Gobierno. Este año ha sido el libro en gallego Folles Novas, de Rosalía de Castro, porque seguro que nos folla de nuevo en el 2022 y probablemente sin condón-nación de anticipos a la Generalitat. Decía el protagonista de Dallas que no preguntaras qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país. Pues mi país lo que hace es ponerme la luz a precio de impuesto de mafia calabresa, una pensión de mierda y un autónomo injusto. Para la gente de los partidos tengo también cosas dulces. Ya sabéis que ahora hacen helados y turrones de todos los sabores. Los que saben a chorizo ya sabéis para quien irá, no hace falta faltar nadie que ya lleva suficientes piedras en la mochila. A mis amigos de ERC les haré llegar turrón de rabos de pasas y un chip de 155 gigas de memoria RAM. A Junts x Cat les enviaré un juego de Magia Borràs, a ver si logran la fórmula de aquella poción donde cayó Obèlix y consiguen que los romanos se vayan de la Galia.