Cada día oigo que el rey emérito se va acercando más al Pardo, viene pasito a pasito, pero va viniendo. Coincide con que el Molt Honorable President Puigdemont también empieza a mostrar la puntita de un billete de avión con destino al aeropuerto de Girona. Dice que pronto cambiará «la merde» del exilio por «Amer». Tengo dos amigos que tienen hijos que son matemáticos, no significa que lleguen a casa a las diez de la noche clavadas, sino que tocan las ciencias exactas. Les he preguntado si saben la fecha en la que volverán y ambos me han dicho que, según los cálculos cuánticos, vendrán el mismo día: el 20 de septiembre del 2022, a menos que Pilar Rahola diga lo contrario. Cuando era un adolescente, recuerdo que el 10 Minutos o hablaba de Bárbara Rey o de Susana Estrada, chicas muy de misa. Ahora, los personajes más populares son ellos dos, así que, como tengo una cierta práctica de paparazzi y perseguí a Marcelino Oreja en Sotogrande, he utilizado las fuentes en los dos puntos calientes: Waterloo y la Isla de Nurai, en Abu Dhabi, (este último más caliente). Como soy amigo del vecino del MHP, me ha dicho que le ha visto comprando unas maletas amarillas y una lima. No sé para qué la querrá. A un conocido, ingeniero allí en Arabia, le he encargado que pregunte por los restaurantes cercanos a donde vive el emérito por si ha hablado de volver. Dice que sí, que está esperando a que cierre el Mesón de la Dolores. Ambos se encontrarán en el aeropuerto de París, uno haciendo escala y el otro intentando subirlas. Imagínense que se encuentran: el juanca dirá «¡Hombre, Puigdemont, la que has liao!», y le dará un abrazo. Después cada uno irá a la puerta de embarque y cuando le pidan la documentación al gerundense, se tocará el bolsillo y se dará cuenta de que le han jodido la cartera.