Me disculparéis porque toco un tema delicado. Los que sois de misa, aunque la Biblia lo menciona, mejor que lea ese otro artículo de opinión que se escribe con un tintero. ¿Qué? ¡Nunca pilláis mis ironías!
Ahora poned los ojos en blanco y negro. O mejor no, esos tonos descoloridos de las revistas de los años setenta. A mediados de aquella década, servidor llevaba en el libro de Ciencias Sociales recortes del Diez Minutos de famosas en bikini, y entre los adolescentes los intercambiábamos. Quien tenía en la Gigliola Cinquetti con un bikini enorme -que ahora sería un vestido largo para una milenial-, podía pasarte Agatha Lys con una camiseta larga del Real Madrid. En aquella época, si en el libro llevabas a Sol del Valencia o Amancio Amaro eras más sano y demostrabas que te gustaba otro tipo de deporte. Sin doble sentido, malos.
Poned ya los ojos en color normal. La mujer me coge el móvil que me he dejado sobre la mesa y me dice que si eso de enviar a chicas sin ropa entre los amigos está de moda. Le digo que sí. ¿Qué grupo del Whatsapp no está lleno de señoras y señores que disocian el amor, el compromiso y la familia con la sana actitud de mostrar la merienda? Entonces, reflexionando, creo que esta costumbre de utilizar las herramientas informáticas y los medios de comunicación para el guarreo no ha cambiado mucho. Pero es que, en realidad, por muchos móviles, gps, ebooks, coche eléctrico, Alexa enciende la lámpara, smart tv que tengamos, lo que no ha cambiado es el cerebro. Aquel «con Franco se vivía mejor» tampoco ha cambiado porque ha vuelto, como el Diez Minutos, las mujeres sin ropa y hace poco que un amigo me ha dicho que ha dejado el tabaco rubio para fumar caliqueños. Parece que, aunque con Franco se vivía mejor, esa miseria sexual española todavía dura. Ahora que pienso... ¿He dicho que los medios de comunicación muestran una información guarra?