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La reforma laboral de los disparates

Exsenador i diputat

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A nadie se le escapa, que la derogación de la Reforma Laboral del 2012, fue el acuerdo más importante al que llegó Pedro Sánchez, con PODEMOS, ERC y BILDU, para tumbar al gobierno de Mariano Rajoy, justificando la moción de censura, en una presunta implicación de Rajoy en un caso de corrupción, cuando más tarde no fue ni tan siquiera imputado. En política, algunos aprovechan los momentos, sin respetar los resultados.

No hace mucho tiempo que el gobierno de Pedro Sánchez, su socio de gobierno PODEMOS, y los que apuntalan a la gobernabilidad de este, en referencia a ERC y BILDU, sin olvidar, los sindicatos mayoritarios de la UGT y CCOO. Todos ellos, se jactaban de anunciar por activa y pasiva la derogación de la Reforma Laboral de Mariano Rajoy, como un gran éxito a conseguir. Así lo justificaban voces como el de la mediática, vicepresidenta segunda del gobierno Yolanda Díaz, cuando afirmaba con contundencia: «Vamos a derogar la reforma laboral a pesar de todas las resistencias», en esa misma línea para no ser menos, se une el propio presidente del gobierno Pedro Sánchez, comprometiéndose a: «lo primero que hará el PSOE será derogar la reforma laboral de Rajoy para recuperar los derechos de los trabajadores». Tampoco se escapa de la movida, el propio secretario general de la UGT Pepe Álvarez, cuando defendía que era necesario derogar las reformas laborales, con el fin de conseguir un mercado de trabajo más eficiente, haciendo hincapié en volver a recuperar los 45 días de indemnización por despido.

De los augurios a la propia realidad hay un buen trecho, en vez de apostar por grandes acuerdos de Estado, porque así lo exige una reforma laboral, si es que quiere prevalecer en el tiempo, sin convertirse en moneda de cambio en la alternancia de gobiernos. Se aparta y margina de las negociaciones, como si de un cordón sanitario se tratase, a formaciones políticas con una amplia representación parlamentaria, verdaderas alternativas de gobierno, como es el caso del PP, que ni fue consultado, ni tampoco se le permitió, aportar la más mínima opinión en las negociaciones.

Después de nueve meses de embarazo, lo que nace no es lo anhelado por todos, aunque los padres y las madres del proyecto, pongan todo su empeño en querer demostrar todo lo contrario. La criatura del parto, tiene un tremendo parecido a la reforma laboral de Mariano Rajoy y Fátima Ibáñez, donde ni siquiera se modifica la indemnización de los 33 días por año trabajado en los despidos, como también se mantiene la no recuperación de los salarios de tramitación en caso de despido improcedente o las causas de despido continúan siendo las mismas de antes, por poner algunos ejemplos.

Como antes comentaba, una vez llegado al acuerdo entre el gobierno, sindicatos y patronal, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se ponen de acuerdo rápido, en no demorar el tiempo para su aplicación, visualizando así su puesta en funcionamiento y evitar críticas de formaciones políticas contrarias al proyecto. Ese, y no otro, es el motivo que su tramitación fuese, como si de un decreto ley más se tratase, sin dar la importancia que una reforma laboral tiene, para luego convalidarlo en el Congreso de Diputados, y es aquí donde empieza a armarse la marimorena. Donde en un principio deberían estar de acuerdo los garantes del gobierno, es decir ERC y BILDU, dicen que no y que no, motivando con ello una delicada situación para el gobierno social comunista, que no duda un instante, poner en marcha toda una maquinaria ofensiva, con el único fin de convalidar el decreto, buscando nuevos socios en esta aventura, sin importarles el color político, el todo por el sí a la reforma lo justifica, muy propio del maestro de ceremonias de Pedro Sánchez.

La negativa de los independentistas de ERC y BILDU, se ve remplazada por el sí de PDeCAT, Ciudadanos, PNV y UPN, esta última formación, rompiendo la disciplina de voto del grupo parlamentario PP, al cual pertenecen, difícil de poder entender, pero real como se ha demostrado. Lo cierto es que a todos ellos les une: ocupar el espacio político de la derecha y la justificación de su voto afirmativo, basado en que, no es una derogación, la patronal esta de acuerdo, como también Europa con sus fondos millonarios. Todo ello, a la extrema izquierda de PODEMOS, no le inmuta en absoluto, no hacen escrúpulos de sus compañeros de viaje, aprenden muy rápido de su maestro Pedro Sánchez, en que no importan las formas, si al final justifican el resultado.

Por si estos movimientos fueran pocos, creando un cambio en los apoyos al gobierno de Pedro Sánchez, en referencia a ERC y BILDU, también han afectado al gobierno de la Generalitat de Pere Aragonès, donde la CUP amenaza con dejar de apoyar al gobierno catalán, si ERC no respalda la reforma laboral, como así ha sido. Mientras, el PP se mantiene al lado de VOX, no apoyando la reforma de la reforma laboral de Mariano Rajoy, a pesar del malestar que ha provocado en la CEOE de Garamendi o en algunos miembros de su propio partido, estoy convencido de que al PP no se les puede exigir un sí, cuando han sido obviados en la negociación. Por si todo era poco, la reforma sale adelante por un voto despistado o equivocado de un diputado del PP, lo que hace pensar en un PP gafado. Desconozco si técnica o jurídicamente el voto equivocado es válido, lo que si estoy convencido de que la reforma de la reforma no refleja la realidad de la voluntad de los diputados.

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