Diari Més

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Ya me caía mal la palabra sucesiones cuando era Curro Jiménez, imaginád ahora que soy «El Estudiante». Resulta que es el nombre de una de esas asignaturas de Derecho que son como tener una pareja que es modelo: bonita, pero complicada. Pero no sólo la tengo atragantada por tener que pasar las noches del sábado con el manual en vez de estar disfrutando de la vida. El manual es el libro de la materia de estudio, era una aclaración para los fantasiosos. Se ve que, dependiendo de donde vivas, lo que pagas en caso de que te dejen una herencia es lo que vale una bolsa de pipas o te toca el rey en el roscón. Hay autonomías, como Madrid, donde se paga un porcentaje simbólico y otras donde quien debería recibir una herencia se ve obligado a renunciar a ella por no poder pagarla. Así que, si necesitáis buscar un/una modelo con el que construir una familia, antes de coger la paleta, mejor comprad un mapa e iros a vivir a lugares donde se paga poco. No, no me refiero a La Zarzuela, ¡animal! Así que, si sois ahorradores, abrid dos cuentas corrientes: la de los ahorros de ahora, y la de lo que tendréis que pagar si los padres os dejan el piso, y no para hacer una fiesta. ¿He dicho dos cuentas corrientes? No, perdón, son tres, el tercero es para la pensión de jubilación, claro que si conseguís superar una docena de Covids, el cambio climático, el paro, la polución y el aburrimiento del enfrentamiento entre los partidos independentistas. En la misma línea de las herencias también tenemos el IBI. Me cae bien Ricomà, pero creo que debería meditar un tema: Cuando Tarraco era la sede de un imperio, pagar 500 sestercios era comprensible, pero ahora que es una ciudad modestita, deberíamos mirar bien eso de que el catastro no sea una catástrofe. Pero, ahora que lo pienso, quizás no sea cosa del Pau, sino del Algarrobo.

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