Me siento culpable de mencionar siempre a Tarragona y Riudoms en mis artículos y dejar la ciudad del Fortuny un poco abandonada. Fortuny, el pintor, no el teniente de alcalde de los pelacañas, ¡eh! Por cierto, saludé a Carles Pellicer el otro día en el Círcol, donde yo presentaba la novela negra El Salvador Balcells titulada «Quan la mort truca a la porta». La última vez que le di la mano a un alcalde de Reus fue el verano de 1975, meses antes de que muriera ese hijo de Ferrol. Era Juan Amado Albouy, yo tenía 14 años. Se sorprendió de que no entendiera el catalán, le respondí que había terminado el EGB sin que me enseñaran ni una palabra de su idioma. (De pequeño ya era un poco cabroncete). A Pellicer creo que le he caído bien. Iré a buscar trabajo por allí porque en casa de Ricomà no me hacen mucho caso.
Todo este rollo viene porque quiero hacer publicidad encubierta de la novela de Salvador, porque me ha gustado mucho. Es una maravilla de obra que no debería perderse ningún amante de la novela policial, pero además ha introducido un ambiente histórico de Reus en el que quedas inmerso a las pocas líneas. Allí veréis que los problemas entre los republicanos y los monárquicos ya existían, y la puñetera manía de la restitución de la familia telerín. Le publica el editor Marc Moreno, de Libros del Delito, gente que apuesta por una literatura kilómetro cero y de calidad. En «Quan la mort truca a la porta» disfrutaréis porque está inspirada en el primer detective que había en España, un tal Daniel Freixa i Martí, que era reusense. Imagina que si en el siglo XXI los detectives no encontraron las urnas con antenas, cámaras, satélites y pinchazos telefónicos, como serían los del siglo XIX donde todo se conseguía a base de otras «técnicas». En fin, no quiero torturaros más con mi rollo.