Diari Més

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Estás en la caja del Mercadona y aprovechas que a uno de los clientes que esperan en medio de la cola le llaman por el móvil para avanzar y ponerte en su sitio. Cuando el resto de las personas te increpan, sales de la fila y haces lo mismo en la otra caja. Esto, amigos es lo que yo llamo, un cambio de carril. Os cuento esta introducción tan cotidiana para que lo entendáis, sé que no habéis hecho ningún máster, como el hombre invisible del PP.

Hablas del ataque a Ucrania, de la muerte de civiles, de las ejecuciones, de los prisioneros y quien tienes delante te dice no sé qué de la OTAN, de los americanos, de la UE y que la abuela fuma y se enciende los cigarros con gas ruso. Si les hablas de que Ucrania, como país, tiene derecho a ser libre y que no hay derecho, te responden que en el país viven un montón de Nazis. Si hablas de muertes que provocan los rusos, ellos te hablan de la corrupción de Azov. Si hablas de armas, ellos hablan de Eurovisión o del Suzuki Swift. Estos son los que cambian de carril para tener razón siempre. Si hablas de misiles, ellos hablan de mesa de negociación en Bielorrusia.

Señores: un país -con razón, sin razón o con cazón en adobo- ha entrado en otro país y ha empezado a ejercer la violencia. Tengo suficiente. No quiero saber si tenía razón, si no tenía razón, si en el 2014 o en el piso 15... Entras con tanques y matas a gente inocente. ¿Qué es un cambio de carril? «Oh, es que una guerra es así». No, no es una guerra, es un ataque. Pensemos un poco en nuestra historia. La guerra civil terminó en 1939, once años después en el Campo de la Bota de Barcelona todavía se fusilaba a gente. No, ya no había guerra, era una ejecución masiva mandada por un dictador. Rusia quiere acabar con quien no esté de acuerdo con ella. Sí, ya lo sé, vosotros sabéis más que yo de historia, pero quien escribe opinión aquí soy yo. ¡Vaya! ¡Qué mando yo, al estilo Putin!

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