Diari Més

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1973. Imaginad la plaza Prim de Reus llena de taxis negros frente al Hotel Londres. Yo, un niño, bajaba en bici hacia un camino de la carretera de Salou que me llevaba a la piscina del estadio de Vila-seca. Allí, en un descampado, comía un bocata.

Ahora volved a la actualidad. He quedado con un amigo: Alex Arroyo, para comer en el Patio & Grill de Juan Hervás. Viene también una amiga: Lidia Adelantado. Ya sé que con tantos nombres esto parece ya una votación del si/no de constitución del Congreso. Álex es un crac. Es mentor, escritor y, un hombre capaz de hacerte ver la importancia de mirar hacia adentro para encontrar tu auténtica capacidad de sacar adelante un negocio o conocerte mejor. El otro día hablamos del fracaso y el éxito. Y, sorprendentemente, ni una cosa, ni la otra está relacionada con lo que pensamos: el dinero. Yo, por ejemplo, he triunfado y, en cambio, cobro como esas señoras que te atienden en los lavabos públicos. He querido fardar con Àlex: «Pues yo tengo mil seguidores en Facebook». Me ha contestado que tiene 542.000 suscriptores en Youtube. Fin de la cita.

Ahora hablemos del tema que él menciona alguna vez: las casualidades en la vida. Hemos comido muy bien, Juan es un cocinero que vale la pena conocer porque su especialidad son los valores personales a baja temperatura. Hablando con Àlex, Lidia y Joan en el restaurante ya ha surgido la primera coincidencia. El joyero Tomàs Palos, ha visto una foto que he colgado en las redes y dice que Lidia fue alumna suya. Casualidad. Disfrutando de un pequeño bocadillo, un Don Pepito, he mirado por la ventana y se me ha puesto carne de gallina. (No, no es el nombre de un plato). En esa esquina, hace medio siglo, yo me comía el bocata el día que Juan nacía en Madrid. ¿Qué año? Ved la primera palabra de este artículo. ¿Casualidad?

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