Diari Més

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Cuando he visto que el guapo más progresista del mundo ha dejado con el culo al aire el Sáhara he salido de casa cabreado y he ido al Balcó del Mediterrani. Mirando el mar, se me ha puesto al lado un señor con una bufanda blanca, un bastón y las gafas de Calvo Sotelo. Me sonaba... «¿Es usted Francisco Umbral? Pues si ha venido a hablar de su libro, no hace falta, ya le hablo yo de los míos a ver si los de La Capona y Adserà se ponen contentos.» «Você é um idiota, eu sois Vinicius De Moraes». Le he pedido perdón, pero como se parecían...

El cantante brasileño, que fue perseguido políticamente, me ha advertido que es importante que vaya apuntando en una libretilla: autónomos, electricidad, gas, Ley Mordaza, precio de los combustibles... y que -como hago en la universidad- una semanita antes de ir a las urnas, saque «los apuntes». «Vinicius, ya no sé a quién votar. Porque soy de izquierdas, pero no reconozco eso en quienes mandan». El poeta me ha contado un cuento: resulta que un cazador se casa -sin escopeta- con su pareja, que es animalista. O, mejor, un hombre muy vergonzoso y que la tiene muy grande -la moral- es novio de una nudista. Por fuerza deben pactar para tener una vida que no sea una guerra continua. «Isso é o que acontece na política». O sea, que Pedro Sánchez la tiene grande y quiere demostrarlo, pero la vicepresidenta es vegetariana... El Vinicius se ha ido cabreado: «¡Vate foder!», ha gritado. Me he quedado allí, mirando al mar. No sé por qué hoy se me enganchaban todos los pesados, me ha venido Pere Gimferrer, el escritor, y he recordado que no había recordado que tenía que recordar que ayer era la presentación del último libro de la Margarida Aritzeta . «Es que, Pedro, hay tantos actos que al final no llegas...». «Perdone, no me hable en catalán, soy Francisco Umbral».

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