Creo que os ha costado, pero ya habéis aprendido que la riqueza no está en lo que acumulamos en el banco, sino en tener tiempo. Tengo amigos jubilados que me dicen haber descubierto esta maravilla. Puedes leer o cortarte las uñas a las 3:45 horas de la madrugada y al día siguiente dormir hasta las cuatro de la tarde. También puedes poner el dedo en el mapa de la Península Ibérica (ahora está de moda esta denominación de la Hispania) y viajar, por ejemplo, a La Palma en una tarde laborable. No preciso si hora antigua o actual, porque ya parecemos aprendices de una relojería.
Ahora coged la calculadora y mirad más o menos que puede costar un minuto de nuestro tiempo. Claro que no es lo mismo un asalariado mileurista que el presidente del consejo de administración de su empresa, que cobra cien veces más. Cuando ves claro que el tiempo es dinero es cuando vas a lavar el coche con esas mangueras a presión de las gasolineras. Metes allí un euro y sale un tiempo en regresión (como en Cataluña). Vas de culo para poder llegar a lavar el culo del coche en un minuto. ¡Mira! Calcularemos el tiempo a 0,10 céntimos de euro al minuto, que debe ser más o menos el precio estándar, porque, si calculamos cómo lo cobran en un parquin la cosa se dispara más que un francotirador.
Yo les digo los del «Buenos días». Los que hacen encuestas de CaixaBank, a los que te quiere enganchar al RACC, a las compañías telefónicas o el TripAdvisor y el Google, que quieren que les escribas lo que te ha parecido un restaurante. Creo que todos esos que nos roban tiempo deberían pagarnos. También los que te paran en la calle para que te hagas testimonio de ese asesinato del Gólgota o las ONG que no admiten una donación, sino que debes dar el número de la cuenta corriente porque ellos, ya «si eso», te hacen domiciliaciones. Así que ahora, amigos, cuando alguien te diga: ¿qué tienes un momento? Tú le dices: ¿Y tú? ¿Qué tienes cincuenta euros?