He visto que la alcaldesa de la dehesa chava propone que la ordenanza municipal incluya la prohibición de fumar en las playas. Dicen los que viven en la ciudad, antes conocida como Condal y ahora Colaual, que ya de paso podría quitar el polvo de esa ley de vagos y maleantes. Perdonad la crudeza, pero he visto un vídeo de un señor depilándose en las Ramblas. Y no era la axila.
Hablaré claro: ¡Que prohíban fumar! ¡Basta! Siempre estamos con la coña marinera de aquí sí, allá no, que parece el tema de las mascarillas. En la cola para entrar en el avión debes estar a cuarenta metros del pasajero del asiento de al lado y cuando entras en la nave lo tienes frotándote el codo.
Si lo que quieren es que los que fumamos no jodamos, es sencillo: que se ate a los fumadores y se les obligue a ver y escuchar a Rahola en bucle. El protagonista del vídeo se puede cambiar por el Carrizosa si el detenido es un CDR con un paquete de Marlboro con filtro precursor. Fumar es malo para la sanidad, para los pulmones, para el medio ambiente, pero -¡Ay carai!- es bueno para la economía, no sólo para mantener el digno negocio de los estancos, sino porque creo que alguna cosita de impuestos va a las arcas destinadas a la corrupción. A partir de ahora, podrás sentarte en una terraza junto a la incineradora de Riu Clar, pero cuando estés en el agua, te aparecerá de entre las piernas un agente de la Unidad de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil y te pedirá papel. Para comprobar tu identidad, ¡malos! Ahora entiendo la duda que he leído en el apartado «Preguntas y respuestas» del Ayuntamiento de Tarragona donde alguien pregunta: «¿Puedo bañarme en la playa?». La respuesta municipal es: «Sí, puedes bañarte, tomar el sol y hacer deporte». ¡Pero no jodemos con el cigarrito!