Allá por los idus de marzo de 2018, el escritor Jordi Folck me animó a escribir una novela histórica juvenil ambientada en aquellos tiempos de la Generalitat Citerior. Yo, que acababa de aprobar Derecho Romano, pensé que sería coser y cantar. Pero no fue fácil. Tanto es así que todavía encuentro algún catedrático que, cuando le hablo de mi libro, mira al suelo y sopla. Mi Corredor de Tarraco ha sido muy valorado en tiempos de pandemia, especialmente por los amantes de Scottex Colhogar. Escribir sobre ese imperio del que sólo quedan pizzerías, es complicado. Debes adoctrinarte en los acontecimientos históricos, las cuadrigas, la Vía Augusta, el Circo... Un ejemplo: ¿Cómo se llamaba en la época romana la villa de los Munts de Altafulla? ¿Qué? ¿Silencio administrativo?
El periodista guipuzcoano Roberto Villarreal ha conseguido un hito importante. No sólo para escribir una novela policial-negra-histórica, sino porque una potente editorial le ha hecho caso. Los de RocaEditorial son gente lista, porque han sabido ver que la obra de Roberto, El Proyecto Escipión debería ser un best-seller. He querido dedicarle este artículo porque me siento identificado con su proyecto como especialista en temática policial, como criminalista (en la novela encontramos castigos históricos a delincuentes) y como periodista. El autor viene del periodismo, un mundo que es como la práctica marital, que a lo largo de los años genera más esfuerzo que placeres. Debemos animar a la gente como Roberto a emprender el largo viaje de alcanzar visibilidad más allá de las murallas. He tenido que hacer tetris en estos días de actos literarios para poder acudir a su presentación porque, como dice Mary Beard, que todo lo sabe del Imperio, «es un auténtico misterio saber cómo los romanos gestionaban la agenda».