Tengo que confesar que soy ateo en las tramas del Super Agente 86. Hice un máster en la Autónoma que incluía un seminario de Inteligencia Civil y Militar. Eh, poca broma, que me pusieron una buena nota: uno nueve. ¿Qué? Sí, el máster era de pago. ¿Y eso qué tiene que ver? En esos dos años que estuve yendo a clase, los profes -policías y criminalistas que nos explicaban cómo era esto de investigar- nos abrieron la mente. Desde el error que cometemos considerando paraísos fiscales sitios que realmente no lo son, hasta secretos de la informática forense. También íbamos a autopsias y esas porquerías, como remover huesos en cajas de cartón para encontrar un fémur o el hueso de la risa de quien ya no se reía. Ya nos lo decían los especialistas: los huesos hablan. Y no se refería a Jack Skellington.
Esta larga introducción sólo tenía una finalidad: llenar el artículo de letras. Ahora viene lo bueno: los móviles. Un profesor nos dijo que él podía saberlo todo de una persona mirando su móvil. La triangulación por antenas te dice dónde estás, dónde has estado y la localización del GPS. Sí, ya sé que esto ya lo sabéis. Pero ahora ponemos la guinda... aunque el teléfono esté apagado. Ep, esto ya es otro tema, ¿no? El narcotraficante Chupeta se hizo una operación de cirugía plástica para no ser reconocido. Usaba ocho móviles que apagaba y encendía en horas y lugares diferentes. Lo que no sabía es que la DEA estaba comparando sus conversaciones grabadas antiguas con las de ahora. Al encontrar la coincidencia de la voz, ¡Pam! ¡Esposas! Recientemente se han descubierto más afectaciones de Pegasus, el software israelí para controlar el móvil de políticos. Aunque yo diría que no se necesitan, porque hace ya tiempo que quien ya sabemos interviene aparatos y los vacía cuando le pasa por el «Cuatro G». Derechos fundamento… ¿qué?