Es raro que un hombre como yo esté estresado. No sólo por que sea de Carolina del Sur, es que cuando detecto que empiezo a ponerme nervioso me pego entre dos y tres horas de siesta, y como nuevo. También influye que ya tengo una edad: podéis calcularla rápidamente cuando os diga que acompañé a mi padre a votar en un referéndum que hacía, ¡Tacháán!... Franco. Sí, sí, el del glorioso ascensor nacional puso urnas, pero él podía porque todavía no existía la Constitución y, además, a ver quién tenía cojones de levantarle una porra. Ahora, recordando ese día me he puesto nervioso. Como este artículo se emite en diferido, voy a dormir unas horitas. Hasta luego.
Bien, ya vuelvo a estar aquí. Soy periodista, o eso dice un carnet que tengo del Colegio profesional, pero, a menudo, lo que hago es mirar el reloj y cuando veo que se acerca el telediario, apago la tele. Entonces, pongo el YouTube y miro a El Búnker o el Ilustres Ignorantes, con Cansado, con quien me identifico porque ya habéis adivinado por mi clase magistral que soy un doctor en mantas. Es que, oye, arranca el NO-DO con una sesión del Congreso que habla de los Superagente 86. Unos que esto es intolerable y otros que, claro, si no te quieren, ¿qué tienes que hacer? Pues espiar. Incluso Toni Cantó lo entendería. Ya os digo yo que, si hubieran visto que la independencia iba de verdad, en vez del Pegasus habríamos visto a otro personaje mítico: un Hércules, que también vuela, pero es de hierro. Luego, la guerra en Ucrania, con esas imágenes terribles. Las protestas contra Ensenyament y, ya finalmente, puedes ver que toda Alemania ha venido a Barcelona y ha montado el Bundestag en el Camp Nou. Os recomiendo que busqueis algún monólogo del Rubianes, o del Capri o del Gila y, cuando hagan las noticias, reíd un poco y que les den a todos.