Los que querían y ahora no quieren saben que los que todavía lo quieren les castigarán por no querer, pero ya les viene bien que les castiguen, porque así conseguirán lo que querían antes pero que ahora no quieren. Buenos días. ¿Qué? ¿Es demasiado temprano para pensar tanto? Tómate un traguito de café y pega una calada. ¿Ahora sí? ¿No?
Hola amigos, soy Coco y hoy os contaré el método quiero-noquiero. Yo quería tener ascensor en mi edificio, y así lo expresaba con grandes aspavientos cuando me encontraba algún vecino. «Debemos hacer una votación, porque esta situación no puede seguir así», decía gritando más que La Pasionaria desde el balcón del Ministerio de Gobernación. Ahora hablaré bajito: ¿Sabéis? Poner el ascensor cuesta un dineral y prefiero no tener que pagar cada mes la mitad de mi sueldo en derramas. Así que lo que hago es gritar en las reuniones: «¡Que se ponga el ascensor de una vez!» y después de la reunión de vecinos vamos al bar y me siento junto a los vecinos de las plantas bajas -los de la base- y les digo susurrando que será muy caro eso de poner el ascensor porque hay que hacer muchas obras y quedará muy pequeño. Entonces, el del segundo, que trabaja en la Administración Pública, me dice que quizás haya una vacante libre en prensa y que si me porto bien con mi voto: «quizás hasta que te jubiles tendrás un sueldo que te permita vivir en un Parador. «Allí tienen ascensores». Toda esta conversación la tenemos en una mesa, y vamos vigilando que no nos espíe nadie. En el momento en que alguien entra en el bar, yo levanto la voz y digo: «Es que ya está bien, llevamos décadas hablando del ascensor. ¡Se debe poner ya!». Creo que contado al estilo Barrio Sésamo se ha entendido mejor. ¿No?
Hemos realizado una votación secreta en la sala de reuniones del administrador y ha salido negativa. No se pondrá el ascensor. Nadie se lo explica. Yo he hecho la misma cara que el Mas-Colell enojado y he gritado: «¡Pucherazo!».