Diari Més

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Creo que fue Camilo José Cela que dijo que todo está escrito, pero que hay que repetirlo porque la gente se olvida. Olvidar es un fenómeno neurológico común, de perder la conciencia de hechos, experiencias, caras o ideas del pasado, reciente o remoto. La memoria se conserva en las neuronas, las células del cerebro que, a diferencia de otros del organismo, no se reproducen y por eso conservan los estímulos que han recibido vía los órganos de los sentidos. Hay, sin embargo, neuronas que no lo conservan todo. Se pueden ejercitar con la renovación de los estímulos. Estímulos repetidos acaban grabándose a la memoria, un conjunto de neuronas más profundo, más estable. Si no es así caen en el olvido, un espacio elusivo, un tiempo y un espacio de la no existencia.

La escritura se inventó hace ocho o diez millares de años precisamente para combatir el olvido, para conservar la memoria e, incluso reproducirla. Pero los escritos se tienen que conservar y, además, leerlos. Si no, también se pierden en el olvido. De aquí la importancia de que se recuerden. O se reproduzcan.

La prensa escrita pretende llevarnos|traer cada día el relato de los acontecimientos y, ocasionalmente su interpretación. Al mismo tiempo, todos sabemos que no hay nada más antiguo que el diario de ayer. Con bastante trabajo sirve para envolver zapatos. Al relato decimos información. Se trata de in-formar, dar forma al relato. Si las formas no son correctas, no se aguantan y acaban perdiéndose. No se tienen que perder las formas. De lo contrario|Además, el relato se pierde y cae en el olvido.

La memoria es, sin embargo, selectiva. También lo es la percepción, que los sentidos no son iguales para|por todo el mundo ni siempre está igualmente receptivos. Y eso vale tanto por|para la memoria individual como la colectiva. Lo natural es que intentamos recordar aquello que nos ha sido|estado favorable, amado|estimado y benéfico. Y, en cambio, que relegamos al olvido lo que es desagradable, negativo, doloroso.

Como eso es natural hay que hacer ejercicios para recordar, reproducir a la memoria lo importante para que no caiga en el olvido. Que no se pierda en la nada, en la no existencia. Sobre todo de aquello que nos ha dolido si es que queremos superarlo.

No hay que decir que nuestra experiencia colectiva en Cataluña ha estado bastante dolorosa. La reciente o, al fin y al cabo, la de unos bonos trescientos años. Ve, sin embargo, que ya se encargan de recordárnoslo. Jueces empedernidos en la ignorancia, políticos envueltos en sus contradicciones o espías incompetentes y falsarios ayudan a que mantengamos presente la represión, los bastonazos y la exacción ladrón de nuestros sudores. No caeremos en el olvido.

El del perdón es otra materia. Nos queda trabajo, sin embargo.

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