No es la primera vez que veo un cerdo salir del mar. Lo sé con seguridad porque detrás de él vi que flotaba un pedazo de política. También he visto alguna vez a una señora de Cuenca en bikini tomando el sol cerca del mar. A veces, también me han «mordido» cuando he pedido la cuenta en algún chiringuito de playa. Pero la conjunción astral en la que todo se une en un titular periodístico no la había encontrado nunca. «Un jabalí sale del mar en Alicante y muerde a una mujer de Cuenca». Lo primero que he pensado es que todo lo que decía la Enciclopedia Álvarez de los mamíferos había cambiado. ¿Hemos tocado tanto la pera a la naturaleza como para que ahora los mamíferos vivan a una milla de la Savinosa? ¿Tendremos que ir a pescar jamones con la barca del Hospitalero? ¿El Veciana pondrá en la carta del Xaloc «Carrilleras de ternera del Mediterráneo»? Poco cachondeo, que he descubierto otro síntoma de este cambio. No os descubro nada si os digo que, en tierra, concretamente en lujosos chalés, viven algunos peces gordos. He llegado a la conclusión de que el mundo se está invirtiendo. Leed esta frase en un sentido correcto, que luego recibo críticas.
Lo de «de la mar el mero y del monte el cordero» está cambiando. Los jabalíes salen del monte y van hacia el mar. Y la mayoría de merluzos se hacen un chalé en la montaña. Mirad la Cerdanya, por ejemplo. ¿A ver cuántos crees que hayan nacido en Llívia? Más bien son de Sant Gervasi que han ido a esa tierra pirenaica a «aliviarse» de todo el hormigón de la ciudad en la que viven y de lo que reciben haciéndoles cositas de hormigón a los peces gordos. La noticia del jabalí se ha hecho viral y ahora no te extrañe ver a Ana Pastor -la periodista- haciendo un debate en la Sexta sobre el caso. Estamos en un país donde todo funciona porque hace pendiente para abajo... menos los precios.