Yendo hacia el Tribunal Supremo, en Madrid, el taxista conducía canturreando por el bajini unas rancheras que había compuesto él mismo, «pero para las letras soy muy malo. ¿Usted que el periodista no me escribiría canciones?». Cuando bajé, en la calle de Génova, estaba frente a la sede del PP. Reí pensando que después de la propuesta freaky vivida en ese Seat Toledo sólo me faltaba que la Cifuentes me encargara hacer su programa electoral. Fin del primer acto.
Poco después de inaugurarse el siglo XXI, en la productora El Terrat, el Cassadó debió de tener en una mesa un juego de cartas con los nombres de los guionistas, y a mí me tocó un programa que presentaba Fermí Fernández. Le escribía los monólogos e incluso compartimos cámara. Al terminar el programa, pensé que ya no volvería a escribir para un actor, aunque algún discurso político sí ha caído. Fin del segundo acto.
El alcalde del Serrallo, el Pitu Mosquit, me ha vuelto a liar. El sistema siempre es alguien que le pide esclavos y Tules coge el teléfono, envía misiles a Cuba, detiene una guerra o habla con Kissinger. Total, estoy escribiendo letras para un concierto del Cor Ciutat de Tarragona dedicado al mundo de la mar. El concierto «El agua infinita» lo dirige Xavier Pastrana, un hombre con una calidad personal y profesional muy similar a Pep Escoda, que es quien piensa en las imágenes. Y presentará el acto aquél para quien escribía monólogos hace veinte años. Por cierto, este Pastrana -dicen que es un crack- os sonará porque era el director del Rigoletto del Camp de Mart. Sábado 25, a las siete y media (primera sesión) y a las nueve de la noche (segunda) en el Museu del Port, os esperamos Pep, Fermí, Xavier y Moi. ¡He estado en un ensayo y fliparéis! Sí, todo es mágico, pero lo bonito es que es gratis. ¡Osti! Se me ha olvidado preguntarle a Fermi si canta rancheras.