Tenía yo un añito, en 1962, cuando en la revista Hollywood Reporter apareció un curioso anuncio por palabras. Era de la actriz Bette Davis, que ya había ganado dos Oscar. Pedía trabajo de forma singular: «Treinta años de experiencia como actriz de cine. Conservo movilidad y soy más amable de lo que se dice». Realmente no estaba necesitada, quería denunciar que Hollywood no contrataba a actrices que ya tenían una edad.
Hoy, después de cuatro años de entreteneros cada día con el café, y de haber escrito unos 1.200 artículos, dejo de publicar mis Mandamientos. No sé si veréis un anuncio mañana en un rotativo diciendo «Periodista sin Oscar, con treinta años de experiencia, que ya conserva poca movilidad y era amable, busca trabajo». Espero que ahora se haya oído un «¡Oooh!» en todo el Camp de Tarragona. ¿Cómo? No, no me refiero sólo a la estación del AVE de Texas.
Sé que estas líneas son muy populares y sois miles los lectores que me seguís, por eso os explicaré qué ha pasado. Más que nada para que no tenga que pararme en cada esquina a contarlo. Yo me creo Bette Davis y por eso pienso que merezco cobrar más por una peli que la niña del Exorcista. He querido negociar como buen fenicio y me he encontrado con la muralla china, el único restaurante donde podré ir a comer a partir de ahora. Por eso ya no me parezco a Bette, sino más bien a la «Vete». Y ya que hablamos de películas, le diré que tengo tres finales y podéis escoger. El primero es que, después de pedir trabajo durante cuatro años desde mi artículo, por fin lo he encontrado, en la «casa real». Sí, en minúsculas. El segundo final hace referencia a una de las películas más conocidas de Davis, «Eva al desnudo», porque yo también me quedo en pelotas. Pero lo que más me gusta para terminar es una frase del Congo Belga que adoptaron los de las Terres de l'Ebre: «Ke os den».