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Inteligencia artificial y realidad práctica

Abogado

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Es una evidencia, fuera del debate normal, que las tecnologías y los avances científicos, superan permanentemente el mundo del derecho, con lo que eso supone de descoordinación y efectos de todo tipo, hacia una seguridad jurídica puesta en duda, no sólo por variables personales de los que intervienen, como actores de esta, sino por puntos ajenos como los que suponen referencias emblemáticas como internet, en todas sus variables, evidente, consecuentes y, sobre todo demasiadas veces, no percibidas, a pesar de su existencia inapelable.

Supongo que se hace difícil relacionar el tema de la inteligencia artificial y el mundo del derecho, pero ya son muchas las voces que ven el fenómeno como una realidad y como parte de nuestro día a día y que nos acondiciona mucho más de lo que podamos sospechar, en lo que es nuestra tarea diaria, en las diferentes variables de esta. Es cierto que se hace complicado, incluso, definir lo que hablamos con desacuerdos al respecto y no seré yo el que dé respuesta al tema, pero lo que es evidente es que lo que hace «la inteligencia artificial» es dar respuestas para tomar decisiones en función de un raciocinio, más o menos teledirigido, en función de toda la instancia que se analiza.

En cualquier caso, el hecho objetivo es que el tema digital es un hecho inapelable que va ganando espacios de influencia de manera acelerada, que puede hacer que, más bien que tarde, hablamos de «ciudadanos digitales», mundos paralelos (metaversos), o derechos nuevos a los cuales tendremos que dar garantías si realmente queremos tener un mínimo control de una realidad que nos puede superar, más bien de lo que podamos pensar, desde una visión objetiva y donde|dónde los tiempos serán incontrolados desde todas las vertientes.

Creo que sería el momento de fijar fronteras que protejan nuestros derechos personales ante una realidad que no podemos dejar de tener en cuenta, así, el trabajo que ya se hace desde estamentos comunitarios, es un primer paso en el cual tiene que seguir otros que sean capaces de convertir en ley muchas de las lógicas en negativo que se verán a la hora de valorar la presencia de la «inteligencia artificial» en el nuestro sobrevivir diario.

Es evidente, además, que la puesta en marcha del tema no supondrá el freno para aquellos que ven puertas abiertas hacia la ilegitimidad y buscar fórmulas delictivas, como ya vemos cada día, con estafas emblemáticas como los de las monedas digitales y sus consecuencias para unas economías globales, con más problemas de lo que pudiéramos sospechar sólo hace unos meses. Si bajamos al mundo de la justicia, como referencia obligada a la hora de valorar las posibles connotaciones de lo que menciono, la cosa también se hace bien complicada, especialmente cuando ya se habla de «juezas máquinas» para resolver temas en función de la ordenación que las mismas pueden acumular en cada caso, seguramente superando la misma capacidad humana hasta cotas imposibles; incluso, el punto de referir investigaciones fuera de la misma realidad natural, puede imponer dudas de difícil resolución, donde la variable del «fraude interesado» también puede tener un rol indiscutible. No será fácil buscar seguridad con respecto a todo lo que menciono, pero seguro que si no hacemos ahora lo que es necesario, nos podemos encontrar en una falta de transparencia que lo que puede hacer es colocarnos en una incapacidad de respuesta evidente.

También el tema que menciono tiene connotaciones de carácter político, en el momento de su interpretación a la hora de utilizar determinados medios, superando una cuestión tan emblemática como es «la valoración de los hechos». Es cierto que a estas alturas, existe una opinión global de la «inteligencia artificial», no puede superar la visión de la humanidad, entendida como tal, ni se puede sustituir el peso de la gente, a todos los niveles de responsabilidad, otra cosa en la cual nos vemos superados, por el corto plazo a la hora de buscar respuestas a cuestiones que necesitan su trabajo de análisis y discusión. El resumen del cual hablo es bien complicado, porque no es posible fijar una parálisis del avance de las tecnologías, pero no estaría de más empezar a ser conscientes de que será necesario un debate público al respecto, ratificando que entramos en una «nueva era digital», donde|dónde será necesario hacer esfuerzos por garantizar una visibilidad nueva con riesgos insospechados próximos a experimentos cinematográficos que todos hemos visto y que nos han parecido imposibles aunque el comparativo con otros es bien real.

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